Escritura, poesía e interpretación. Enseñanzas de la literatura al psicoanálisis

Responsable: Alba Alfaro

Entre palabra y escritura, entre dicho y decir, entre lalengua y el lenguaje, ahí se localiza el terreno del psicoanálisis orientado por la enseñanza de Lacan. Y tal como lo sabemos, desde Freud, con Lacan y reafirmado por J.-A. Miller, el psicoanálisis y la poesía comparten un terreno común: la relación con el significante y su funcionamiento. Además, también sabemos que el poeta precede siempre al psicoanalista, “le abre la vía”.

La última enseñanza de Lacan se dirige más hacia el arte que hacia la ciencia, lo cual implica una otra manera de aproximarse a lo real. Lacan distinguió el proceso de palabra del proceso de escritura, reservando al síntoma su inscripción en este último. Es así que el síntoma puede ser “leído”, en las palabras que el analizante le dirige al analista.

En “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, Lacan plantea que la puntuación decide el sentido y vuelve el inconsciente legible. En su última enseñanza coloca el centro en el “uso” que toma y que hace el analista de lo que es del orden de “lo escrito”. Apunta con ello a que la interpretación produzca un “deshacer la articulación”, de la repetición, que hace de destino para un sujeto. Esta “desarticulación” se corresponde con situar la singularidad de cada uno, la cual es propia del sinthome. Para esta interpretación, llamada borromea, Lacan plantea la pertinencia del modelo poético. Propone que la “hazaña del poeta” no es tanto la de producir equivoco con el sentido, sino la de eliminar uno de los dos sentidos y remplazar el ausente por una significación. A esta interpretación que parte de la acción poética la designamos como un “saber leer”. Formula que orienta nuestra formación como analistas en la actualidad.  

Nos proponemos entonces elucidar algunos elementos de este “saber-leer” correspondiente a la última enseñanza de Lacan, interrogando algunos textos, ensayos, poesías, cuentos. La idea es extraer algunas enseñanzas sobre la manera en que opera la escritura literaria.              

Temas:

1) ¿Qué es escribir?: Citas de M. Duras (Escribir), M. Kundera (El arte de la novela), Octavio Paz (El arco y la lira).  Y de J.-A. Miller Sutilezas analíticas, Un esfuerzo de poesía y El ultimísimo Lacan.        3 Clases

2) Lo imposible de escribir, en literatura y en psicoanálisis: Citas de J. Cortázar (Diario para un cuento); H. Michaux (Entre centre et absence), y otros escritores. Citas de algunos testimonios (publicados) de finales de análisis.        2 clases

3) Del valor de la letra en la carta (correspondencias) y de la enunciación y lo no-dicho, en literatura y en psicoanálisis: extractos de La carta robada, del cuento de E.A. Poe y del escrito de Lacan; algunas poesías cortas Haikus, extractos de Lituratierra, de Lacan.      3 clases         

Inicio: 02/10/2023
Finalización: 08/01/2024
Horario:  19:30 Hrs (Ciudad de México)
Encuentros: 02/10/2023 | 16/10/2023 | 30/10/2023 | 13/11/2023 | 27/11/2023 | 11/12/2023  | 08/01/2024 (7 encuentros)
Modalidad: Híbrida

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IV JORNADAS DE LA NEL-cf CDMX:
PRESENCIAS DEL ANALISTA TEXTO DE ORIENTACIÓN
EJE: Presencias… en la ciudad y la época

Un despertar

¿Cuál podría ser la incidencia política un poco más allá de esta presentación negativa?

Tal vez cierto efecto de despertar. Un despertar respecto de aquello de lo que en

definitiva se trata en los ideales sociales: del goce y de la distribución del plus-de-gozar.

 (Jacques-Alain Miler)

Desde hace tiempo los analistas hemos afrontado el desafío ético de hacer a un lado la rutina del consultorio y asumir una presencia en los dispositivos comprometidos con la salud mental en nuestras ciudades, así como en los debates públicos con el Otro social. En este aspecto, no cabe desconocer que, más allá de la vigencia del discurso del analista y sus consecuencias prácticas, en una perspectiva más amplia, se trata del consentimiento a la convocatoria de Lacan de alcanzar “una incidencia política donde el psicoanalista tendría su lugar si fuese capaz de ello”[1]. Por supuesto, para estar a la altura de la época, ello exige al deseo del analista el miramiento por los síntomas de la actualidad, los impases en lo social, y el aggiornamiento permanente respecto de los discursos emergentes que se imponen al compás de cada tiempo.

Ahora bien, ¿De qué presencia se trata?, ¿Cómo pensar esa presencia?

Más allá del analista causa del trabajo del sujeto supuesto saber, correspondiente a la dimensión transferencial del inconsciente, encontramos una clara orientación en el Capítulo X del Seminario 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Allí Lacan nos advierte sobre la presencia del analista, primordialmente, como una manifestación del inconsciente. Y es sólo desde ahí como tiene lugar su presencia real, más allá del par imaginario del a-a´, desidealizando, a su vez, la figura y la persona del analista, para reducir su función a la de un resto, “un resto fecundo” –en tanto una presencia muy particular que se pone en juego solamente en el arte de escuchar del analista. “El arte de escuchar casi equivale al del bien decir”[2].

Como vemos, ello no será ciertamente exclusivo de la experiencia analítica. Esta función estará activa en todos los vínculos donde se trata de la relación del sujeto con el saber y el goce. “Se trata en estos vínculos siempre de una relación transferencial encarnada en la persona que se supone agente de la acción, pero esa atribución de saber a la persona deja en realidad encubierta la relación del sujeto con el saber de su propio inconsciente, verdadero agente del vínculo”[3]. En la medida en que el analista con su acto recuerde la banalidad del sentido de las palabras, opere como el dedo elevado de San Juan tal como Lacan evoca en “La dirección de la cura”, señalando cómo somos hablados, que la referencia del lenguaje no existe, hará presente la perspectiva de lo real más allá de la realidad.

En este sentido, la ironía sirve muy bien a la posición del analista a la hora de perturbar los ideales sociales y revelar su naturaleza de semblantes respecto a un real que sería del goce. “Está más bien, como Sócrates, para hacer temblar, para hacer vacilar los ideales, a veces simplemente poniéndolos entre comillas, quebrando un poco los significantes-amo de la ciudad”[4]. Sin embargo, por otro lado, Lacan nos enseñó que los ideales son semblantes, arbitrarios, pero que esos semblantes son necesarios. La sociedad se sostiene gracias a sus semblantes, no hay sociedad sin identificaciones. Entonces si, por un lado, es cierto, el padre es un semblante, y, sí, se puede prescindir de él … sin embargo, no hay que olvidar que ¡a condición de saberlo utilizar!

Pensar la presencia del analista como la provocación de un despertar implica, necesariamente, sostener un deseo vivo. Seis años antes de su Seminario 11, en el texto La dirección de la cura y los principios de su poder, paradójicamente, Lacan dará al analista el lugar del muerto, dejando el yo a un lado para que pueda surgir el lugar del Otro para el sujeto, el inconsciente, su verdadera pareja, en el registro de lo simbólico. Es el lugar de la causa de la división del sujeto que Lacan formalizará más adelante con la función del objeto a, presencia irreductible.

Para finalizar, cabe mencionar el concepto de “acción lacaniana” que Jacques-Alain Miller ha propuesto para nombrar en el seno de la Asociación Mundial de Psicoanálisis la política de incidencia en los ámbitos políticos y sociales como el correlato del acto analítico en la sociedad. Si Lacan ha formulado que «No hay clínica del sujeto sin clínica de la civilización» es porque la topología del inconsciente lacaniano –allí donde el analista manifiesta su presencia- resulta, entre un afuera y un adentro, de una extimidad irreductible. ¿Cómo el deseo del analista pudiera, entonces, prescindir de la ciudad y la época?

 

[1] Miller, J.-A., El psicoanálisis, la ciudad y las comunidades.

[2] Lacan, J., El Seminario Libro 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Editorial Paidós, p. 129.

[3] Bassols, M., Presencia del analista, Cuadernos del INES Nro 14, Editorial Grama, p. 99.

[4] Miller, J.-A., El psicoanálisis, la ciudad y las comunidades.