La pareja: satisfacciones y malestares

Jorge Chamorro

 

Viviana Berger: Inauguramos con esta conferencia la serie de actividades que hemos diseñado a partir de la visita de nuestro invitado internacional Jorge Chamorro – que viene de Argentina. Tenemos la conferencia ahora, al mediodía, el Encuentro de Biblioteca a las 18.30, y el día de mañana un seminario en el seno de nuestra delegación.

Me gustó pensar esta introducción – quizás influida por el trabajo que estoy haciendo en mi seminario -, como algo del orden del «acontecimiento», de la ruptura en el interior de nuestra regularidad.

La Delegación NEL-Mx, sostiene su trabajo regular de escuela, cada día de la semana, en un horario determinado, una actividad: los seminarios regulares, las conferencias, los Encuentros de Biblioteca, el Cine, etc.

Entonces, en el contexto del automatón que conforma nuestra agenda, en el seno de nuestro orden «supuestamente invariable», se inscribe con la llegada de nuestros invitados internacionales, una discontinuidad, un corte.

Así, pues, con la estructura, entonces, del «lapsus» recibimos a los Otros analistas, que vienen de Otros países, de Otras Escuelas Estas visitas-acontecimientos inscriben de alguna manera, un hiato, no sólo en nuestra agenda sino particularmente, en nuestra formación y enseñanza. – Claro que también tenemos otros acontecimientos, por ejemplo, el Encuentro Americano – próximamente, en Río de Janeiro, el Congreso de la AMP – que será en abril 2012 en BA, las jornadas de la NEL en su conjunto.

La experiencia es que estos «acontecimientos» producen efectos, dejan un saldo, – que seguramente podrá ser significado apres coup. Pero que, en principio, y por su misma estructura, podemos decir que tienen un poder – que está de algún modo garantido. Y que es el poder de operar una «separación», de interrumpir nuestro automatón y separarnos por ejemplo, del S1 del «enseñante» que encarnamos en nuestras propuestas, nos previene de alguna manera, en cuanto a ser absorbidos por el S1 del «enseñante», al que podemos quedar identificados.

JA Miller dice en Los usos del lapso, pág. 204: «La enseñanza del psicoanálisis, por supuesto, no escapa a la promoción de S2 en posición de semblante (recordemos, el S2 es el saber), pero me parece que para enseñar válidamente aquello que concierne al psicoanálisis, es necesario enseñarlo en el borde entre S2 y S1″…

Ubica así, una enseñanza en el borde entre S2 y S1, en el borde de la ignorancia. Hay varios recursos, varias posibilidades, para preservar ese borde que, como señala Miller, en cuanto a la transmisión del psicoanálisis es esencial. Recibir nuestros invitados del «afuera», es una forma.

Me toca entonces, a continuación presentarles a Jorge Chamorro. Es Fundador de la primera Escuela Lacaniana en la Argentina junto con Oscar Masotta. Encuentro con el Campo Freudiano en Caracas 1980. Fundador del Simposio del Campo Freudiano. Fundador de la Escuela de la Orientación Lacaniana. Primer Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana. Partícipe de la fundación de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Fue miembro del Consejo de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Miembro del Consejo Estatutario. Miembro del Comité Cientifico del Instituto Clínico de Buenos Aires. Miembro del Comité Iniciativa del Instituto Oscar Masotta. Cuenta con múltiples publicaciones: Colección Qué Será?, Clinica de las psicosis. Las mujeres…, Ecos entre el psicoanálisis y la literatura.

En fin, esto habla de su trayectoria formal, un tanto quizás anónimamente. Son datos objetivos.

Sin embargo, para las «orejas» más «entrenadas», salta rápidamente a la vista que hay un rasgo esencial que se repite en estas líneas. Fíjense, dice: «fundador» muchas veces. Dice: «primer director». miembro del Consejo de la AMP, del Consejo Estatuario, del Comité Científico, del Comité Iniciativa del Instituto Oscar Masotta.

Con esto, aunque uno no esté demasiado interiorizado respecto de qué son estas instituciones, su historia, su origen, etc., resulta evidente que estamos ante un analista que tiene la singularidad de «fundador», lo que podemos decir lacanianamente, un «S1» a partir del cual se crearon estas instituciones. Pero es un S1 analista – lo cual tiene su particularidad.

Muchos ya han tenido la oportunidad de conocerlo, a través de sus libros, de sus artículos. Han sido «lectores». En esta ocasión, con J. Chamorro de «cuerpo presente» se nos hace posible la oportunidad de su transmisión del psicoanálisis pero «en vivo», con todo lo que ello implica. No leer ni verlo por pantalla o grabación, sino escuchar y participar in situ de una experiencia de transmisión de psicoanálisis con nuestro invitado.

 

La pareja: satisfacciones y malestaresJorge Chamorro: Gracias por la presentación, y por la invitación de la NEL-Mx, que me da la oportunidad de estar acá.

Después de toda esa presentación me siento un poco exigido… Con respecto a las fundaciones, me pregunto y me preguntan por qué estuve en todas las fundaciones de la Argentina. La verdad es que no las busqué, me ocurrió. Estuve en la coyuntura donde se supone hay que estar, sin buscarlo; quedé vinculado a esos hechos fundacionales con todas sus consecuencias y me encontré incluido en el proyecto. En ese sentido me parece bien la fórmula que Lacan usa mucho mediante la cita de Pablo Picasso: yo no busco encuentro. El proceso que describe Viviana, podría decir, tiene algo que ver con eso. Ojalá durante toda mi vida hubiera encontrado sin buscar.

El neurótico tiene la vocación por excelencia de buscar y no encontrar, todo un lema para la neurosis. De hecho, esa es la forma mediante la cual muchos neuróticos demandan un análisis, «quiero esto y no lo logro»; el problema del analista es no alojar eso, ayudándolo a que lo logre. El analista no responde a eso que se llama una demanda de «querer y no lograr». Pero, ¿dónde nos ubicamos entonces? Nos situamos del lado de por qué quiere lo que quiere. O sea, el síntoma del neurótico es «querer», no es no «lograr». No lograr es la consecuencia de querer lo que no tiene, el síntoma está del lado del querer. Por eso cuando un neurótico viene diciendo «quiero esto y no puedo»; lo primero que hacemos es interrogar por qué quiere lo que quiere, visto que, querer es una críptica y una insatisfacción de lo que tiene y quiere otra cosa.

Esto en la pareja ¡ni qué hablar! Es el tema candente. Les decía esto como una primera y pequeña aproximación a qué es el psicoanálisis, ante todo, el psicoanálisis de orientación lacaniana, una particularidad dentro del lacanismo, y además mi interpretación del análisis lacaniano. Después iré al tema que nos ocupa, la pareja. Primero, definamos qué es el psicoanálisis. Entendemos, un trabajo metódico y sistemático contra el comprender. El psicoanalista lacaniano parte de no comprender, y cuando no comprende ejerce entre muchas otras cosas lo que les decía «quiero hacer tal cosa y no puedo», por qué lo quiere, «quiero tener pareja y no lo logro» – para decirlo en términos del tema que nos ocupa. No en la India, no sé aquí, pero en Argentina muchas mujeres quieren tener pareja y no lo logran. En la India no sucede así no porque hay un exceso de hombres; antes bien, los matrimonios son arreglados entre los padres, una excelente combinación por fuera del amor, y parece ser muy eficaz. Interrogué a veinte universitarios cuyos padres habían arreglado los matrimonios, después de años ya con hijos, etc. Les pregunté: cómo andan, «muy bien —respondieron—». Esto es lo que hay que hacer, hay que terminarla con el amor! Porque estaban muy contentos con esos arreglos.

Entonces cuando digo psicoanálisis trato de precisar un par de cosas introductorias para diferenciarlas de cuestiones que, no despreciamos de ninguna manera ni subordinamos al psicoanálisis, sino queremos establecer la diferencia. Mi desafío no es decir, el psicoanálisis es mejor ni el psicoanálisis es esto, o bien, esto tiene que ser ejercido por un psicoanalista. Por ejemplo, hay muchas respuestas en el campo de la clínica de las parejas ¡ni qué hablar de la amplia gama de respuestas de las psicoterapias! Se dice: hacer psicoterapia de pareja. Hay una distinción muy clara entre qué es el psicoanálisis y qué es la psicoterapia. El psicoanálisis es una cosa y las psicoterapias son otra, ni mejor ni peor: en efecto, diferentes. ¿Por qué? En este punto no podríamos hablar de una psicoterapia, tal como se habló, de corte psicoanalítico; o es una psicoterapia o es un psicoanálisis. Y ustedes me pueden preguntar, pero cuál es la diferencia tan contundente. La diferencia habría que desarrollarla un poco, pero la anuncio, es una problemática del sentido. El psicoanálisis va en contra del sentido y la psicoterapia usa el sentido, son dos caminos inversos. Si ustedes quieren avanzar con este particular, no podré hacerlo hoy, tienen que leer tres capítulos de un seminario, La hermenéutica del sujeto, de Michel Foucault, quien transmite con toda claridad qué es un fantasma obsesivo pero desarticulado. ¿Esto qué quiere decir? Foucault en estos tres capítulos trabaja la famosa frase socrática escrita en las paredes del templo del Delfos: «Conócete a ti mismo». Bien, ¿qué dice un obsesivo cuando nos consulta?, «quiero conocerme, quiero saber qué quiero»; no se da cuenta que querer saber qué quiere o bien querer saber por qué le pasan las cosas son el pantano de la solución de sus problemas. Es decir, de nuevo el problema empieza por querer y el obsesivo quiere saber qué le pasa. Quienes se preguntan sobre esto, analistas o analizantes, pueden hacer la prueba e interrogar: «Usted, por qué quiere saber por qué le pasa esto?» «Si sé por qué pasa dejará de pasarme» —responderá el obsesivo—». El psicoanálisis responde que no es así, que el alimento del síntoma es saber por qué le pasa lo que le pasa. Ya sea explicar o responder inclusive con el Edipo freudiano; con el padre, con la madre, que esto, que aquello, «que no quiero ser igual a mi papá, que eso lo hago igual que mi mamá…» Todas esas cosas alimentan el síntoma. El psicoanálisis va contra todo eso. ¿Qué quiere decir? ¿que no lo usa? Sí lo usa, todo paciente hoy habla de papá y de mamá pero el psicoanálisis no avala eso, sino que a partir de eso va hacia otro lugar que, en una de esas veremos de qué se trata. Por eso una de las diferencias entre psicoterapia y psicoanálisis consiste en que el psicoanalista no suministra sentidos, los escucha; pero los relativiza, los desarticula, los desarma para crear algo que tiene mucho que ver con la constitución de todo sujeto humano y de toda pareja. Esto es, que en el fondo del fondo de nuestra constitución toda, hay un vacío. Freud llamó a ese vacío la represión primaria, y Lacan vacío constitutivo. Por eso todo lo que hacemos, pareja incluida, son respuestas a ese vacío. Si hubiera una consistencia fundamental, en términos psicoanalíticos, se llama castración. Entonces son ficciones que armamos, el amor, el deseo, el goce y las satisfacciones son formas de vérnosla con ese vacío.

En consecuencia, tenemos un vínculo muy íntimo, como hablaré esta tarde, con respecto a la relación entre la literatura y el psicoanálisis porque nuestro motor, el del psicoanálisis, es la ficción y la escritura; es decir, que tenemos este nudo. Hay una frase de Lacan Cuídense de comprender. No me pongo en el lugar del otro, por ejemplo, una persona hizo una carrera y quiere terminar sus últimas tres materias y no lo logra, entonces yo le pregunto, ¿por qué quiere terminar? No es obvio – interrogamos siempre el querer. Recuerden que detrás del querer está la voluntad y los ideales que, normalmente, desconocen las satisfacciones más profundas de un sujeto. Entonces, un sujeto puede tener los ideales por allá y las satisfacciones por acá. Esto metido en una pareja implica un gran esfuerzo de construcción de qué es una pareja en cada caso.

Les mencioné el texto de Foucault, Conócete a ti mismo, en el cual dice con respecto a conocerse a sí mismo que no es un tema del autoconocimiento, no es autoconocerse, esto es el fantasma del obsesivo. Conócete a ti mismo es una ascesis y Foucault marca dos vías y yo marco la tercera. La primera vía es la histórica, o sea, ascesis son las distintas formas planteadas por la Escuela histórica a fin de llegar a la verdad; la segunda vía, la ascesis cristiana cuyo diseño era el camino hacia la posibilidad de contacto con el dogma; y la tercera vía, la ascesis psicoanalítica cuya finalidad es la purificación del sentido que nos conduce a un punto central que denominamos final del análisis: una certeza de ser. Así, orientados por el camino de la ascesis de sentido, nos despojamos de todos los sentidos aún edípicos, papá, mamá y todo eso.

Hay un filósofo italiano contemporáneo, un referente para todos los intelectuales en algún nivel, Giorgio Agamben, quien ha escuchado y trabajado muy cerca de Heidegger, escribió La desnudez, libro que ha sido publicado en la Argentina, muy interesante para pensar el tema de lo femenino. En el seminario del cuerpo tomaré algunas referencias que he trabajado, pero retomo algunas frases de Agamben para pensar esta combinación del psicoanálisis y lo contemporáneo. Agamben formula que lo contemporáneo es lo intempestivo, lo que irrumpe, en el psicoanálisis se llama el acontecimiento. Entonces lo que irrumpe es lo que irrumpe de lo real, Freud lo llamaba el trauma, es toda una clave. Si las cosas están en homeostasis no hay problema, el problema comienza cuando las cosas irrumpen en una pareja o en una persona; cuando eso irrumpe el psicoanálisis ahí está convocado. El síntoma es una de las formas clásicas de la irrupción en todos nosotros que afecta nuestro equilibrio y nuestra homeostasis. Freud decía, esto es el trauma y el aparato psíquico, el psicoanálisis trabaja para la reinserción de eso traumático en la vida de un sujeto. Un trauma también puede ser una muerte, Freud plantea todos los temas del duelo, etc. Agamben indica que un rasgo contemporáneo es lo intempestivo, me parece que el psicoanálisis allí converge.

Piensen ustedes cuando entre las parejas se dice: «si me pasa esto jamás lo perdonaría», antes bien ¡estamos cansados de perdonar!… Es así, uno lo escucha todos los días. Todos perdonamos cuando hay razones. En cambio, cuando aprovechamos para romper no perdonamos nada, pero que perdonemos o no perdonemos no responde a ideales, responde a satisfacciones, a inclusiones, a lazos existentes. También a veces responde a síntomas.

¿Por dónde irrumpe lo imprevisto en las parejas hoy? Por el teléfono celular, los mensajitos de texto, arrolla por el facebook… Esos pasionales encuentros con el compañerito de la nursery, que hace a encuentros increíblemente amorosos y pasionales con aquel chico que tenía cuatro años cuando se conocieron y desencadena amores a los cuarenta, a los cincuenta años con aquello que había quedado como lazo. Por supuesto, frente a los imprevistos hay parejas en las cuales se relanza el proceso y hay otras en las cuales se desarma. Pero, cuando hay mucho conflicto hay que separarse, yo lo recomiendo, no es sólo separación geográfica sino toma de distancia con los síntomas del otro, toma de distancia del objeto, esto no quiere decir por fuerza divorciarse. La toma de distancia relanza el proceso.

Sin demostrarlo aún, después hablaré un poco cómo entiendo la respuesta psicoanalítica a una pareja. La otra frase de Agamben que empleo habla de la identidad sin persona, el deseo de ser reconocido por los otros como inseparable del ser humano; o sea, el deseo de reconocimiento, un nivel de lo que les transmitiré de la pareja. El deseo de ser reconocido es un tema con el deseo, pero nosotros vamos a agregar a éste dos planos más: el plano del deseo, el plano del amor y el plano de la pasión como tres niveles distintos mediante los cuales una pareja se combina bien, mal, en equilibrio o en desequilibrio, etc. Agamben sigue un poco una formulación hegeliana; Hegel plantea el deseo como deseo de deseo, y cuando uno dice deseo de deseo el tema no es el sujeto en cuestión, ese señor o esa señorita, esa combinación; sino lo que se desea no es al otro sino se desea el deseo del otro sobre mí. Es decir, cuando el psicoanálisis alojó a Hegel, el deseo como dialéctico, podemos decir entonces que la madre no desea al niño; la madre que desea al niño tiene un trastorno, dice Freud. La madre no quiere nene, quiere el falo. Si en cambio, quiere completar algo de su posición subjetiva, el nene tiene que ir al lugar de eso que la madre quiere, si no tiene condiciones para ir a ese lugar, por tanto el nene no tiene alojamiento. Lo mencionó tanto con respecto al psicoanálisis de niños como con las ganas de tener niños en las parejas, el esfuerzo y el sacrificio de algunas parejas de tener un niño que no aseguran para nada el deseo de niño. Piensen ustedes en la lucha científica, la fecundación in vitro, el alquiler de vientre, etc. El tener muchas ganas de algo puede ser justamente una disputa con el rechazo a tenerlo con el rechazo del deseo.

Así distingamos qué es el deseo, no es obvio, pero sepan que el deseo no tiene que ver con las ganas. Las ganas son ideales, voluntad, quiero esto o quiero lo otro, hay ejemplos en todos los niveles. Una persona vino a un control: «Vengo porque no puedo sostener a mis pacientes, tengo muchas ganas de atender y de ser psicoanalista, tengo unos cuantos pacientes, diez más o menos, me angustio con todos, me angustio, me angustio, no podía ni controlar». Esto necesita un análisis no un control, obvio. Cuando un síntoma irrumpe en el analista no con un paciente sino con uno, con el otro y con el otro; esto es un tema del análisis, no del control. En el análisis esa persona quería ser psicoanalista, tenía los ideales para ser psicoanalista, había hecho la carrera, una formación, etc. El psicoanálisis la llevó, primero, a ser una cantante, significativa del jazz, y ahora canta y vive del canto en una comunidad judía en California. Las ganas quieren hallar; el deseo y las satisfacciones quieren hallar, de ahí que el psicoanálisis no debe montarse sobre el querer y las ganas, ¡ojo! esto no lo compartimos, por ejemplo, ni con el cognitivismo ni con los psicólogos deportivos.

¿Qué hace un psicólogo deportivo? Por ejemplo, Locovich, decidió ser tenista a los siete años, lo acompañaron sus padres sin presionarlo mucho, hasta que consiguió ser tenista profesional en Europa, etc. En un momento, algo en él empezó a hacer síntoma. Todos los tenistas tienen un tic ¿lo vieron?, por ejemplo, el caso de Rafael Nadal, se acomoda el calzoncillo antes de sacar; Björn Borg, hacía así en la nariz; Gisela Dulko, antes de recibir el saque hace girar cuatro veces la raqueta en la mano. Si los observan cada uno tiene su pequeño tic. ¿Eso es un síntoma? No es un síntoma porque no altera sino que acompaña la voluntad. ¿Qué hace un psicólogo deportivo? Un psicólogo deportivo trata de limar eso para que pueda seguir jugando. ¿Qué hace un psicoanalista? Considera que los síntomas encierran una verdad y eso le está diciendo que no al tenis; eso no lo invento yo ni Lacan, lo inventó Freud. El síntoma encierra una verdad que hay que desplegar; a este chico le viene como imperativo desde los siete años, vaya a saber por qué. Sus ganas estaban ahí, sus ideales estaban ahí, pero el síntoma venía a decir: Señor, no al tenis. Lo sacó del tenis y lo mando a otro mundo.

Si el síntoma es una verdad que nosotros no manejemos, ataca nuestra voluntad y nuestros ideales; entonces el síntoma es una verdad que nos enseña otra cosa del sujeto. El psicoanálisis responde a la verdad de ese síntoma sin considerarlo un disfuncionamiento que hay que ajustar para no tenerlo. En la medicación, por ejemplo, los psiquiatras dicen esa fórmula tan ridícula de «última generación», con la velocidad en la que va la última generación, los antipsicóticos de última generación, al menos eso se decía hace seis meses, así que ya son de anterior generación; ya vienen los otros que son de última, última generación. Dicen los psiquiatras con quienes comparto muchos trabajos que recomendaban el medicamento al neurótico cuando se desencadenaba — recuerden que los neuróticos se descompensan cuando padecen síntomas que los afectan, los angustian o les alteran su vida—. Los antipsicóticos que compensan a neuróticos funcionan como el cognitivismo que debilita el síntoma para que el sujeto pueda hacer lo que él quiere, ejercer su voluntad. La pregunta es si la neurosis es o no algo que daña la vida de una persona. La neurosis es el silent killer, como a los norteamericanos la hipertensión, mata sin gritar. Digamos que arruina y anula el deseo y vacía de sentido una vida a la larga o a la corta. Por eso no estamos muy contentos de compensar neuróticos, sino de aprovechar la descompensación para desarticular la neurosis que mata sin gritar.

Una última frase de Agamben que podemos relacionar con la pareja: el arte de vivir es la capacidad de mantenerse en relación armónica con lo que se nos escapa. Esto no sólo es crucial para el psicoanálisis lacaniano en particular, sino también para la filosofía, para Roland Barthes, para Michel Foucault para todo un contexto que parte de muy lejos en la historia de la humanidad, del pensamiento occidental y también del oriental. Lo que se escapa es un dato crucial para entender la construcción de una pareja.

Armar una pareja no es fácil, conlleva sus complejidades. Si pensamos las complejidades de lo que implica una mujer, y las que implica un hombre. Ese dato natural con el que todos vivimos, inclusive, en la llamada sociedad burguesa de la actualidad. Si ustedes leen la historia de la sexualidad de Michel Foucault, van a orientarse con respecto a que, la sociedad matrimonial no pertenece a la historia de la humanidad, sino a una historia particular: la sociedad industrial, capitalista y burguesa que ha alojado a la sexualidad en el matrimonio con todos los síntomas que convergen en ese punto.

Así pues ¿cómo se arma una pareja? Una pareja se arma por muchas razones; en los libros o en la novela rosa se habla del amor, y de otra cosa. En algún momento se hablaba del amor para toda la vida, uno se casaba para toda la vida. Pero, poco a poco va mostrando los signos que, no son del lado del amor sino cada vez más contingentes. Contingentes quiere decir que tienen una permanencia no tan obvia de cómo la gente proyecta su futuro. Me da la impresión de que el mundo actual ataca la idea del encuentro para siempre, hasta que la muerte nos separe.

Me parece que hoy no es así para nada. Tengo un paciente que dice: « ¡otro fracaso más!» Otro fracaso ¿de qué? «Me vuelvo a separar, es mi tercer matrimonio, ya tengo cincuenta y pico de años, no tengo más chance de fracasar». Y ¿qué fracasó? Su matrimonio vivió bien diez años, los dos últimos de terror, pero diez años bien, ¿eso es un fracaso! Eso sostuvo y contuvo muchas cosas en él. Lo que fracasó es la idea de inmortalidad, de que las cosas no mueren, que la pareja es inmortal. Tenemos parejas en las cuales se articulan ciertos fantasmas del para siempre y además con todo dentro. Algunas parejas que se programaron para toda la vida, duran un año; aquellas que iban a incluir todo, rápido dejan el sexo de uno de ellos fuera o el de ambos, pero no como fracaso sino como complementación. A veces surge la pregunta sobre la infidelidad ¿es un síntoma o no? Para mí no es un síntoma en términos generales porque no somos moralistas ni estamos en el campo ideológico, puede serlo para alguien. En el campo del psicoanálisis que no abarca todo sino abarca sólo alguno, un síntoma es lo que me hace sufrir, el síntoma es repetición y sufrimiento. Si no hay repetición y sufrimiento enganchado ahí, no es un verdadero síntoma. Por lo tanto hay infidelidades que son un síntoma, y no infidelidades que también lo son.

Entonces, hay tres planos de la pareja, si pensamos que la mujer como tal tiene sus complicaciones particulares, y el hombre las suyas. Las complicaciones no sólo de orden sintomático, sino de sensibilidades distintas, de rasgos distintos, etc. No está de más preguntar ¿cómo es que hay parejas?, ¿cómo se hace para que eso combine y, muchas veces, dure toda la vida? Sabemos los altos costos de esa duración de por vida. Así pues en el caso de que los hijos registren como hecho traumático la separación de los padres, si bien es cierto que hay un traumatismo, no decimos que esto es la liviandad. Pero ¡ojo! también hay traumatismo de la angustia de los padres, de los conflictos de los padres, del sufrimiento de los padres, esto no es poca cosa, toca. De hecho, no hay daño más grande que provoque a los hijos que la angustia de los padres, y especialmente la de la madre. Una madre angustiada que demanda a sus hijos a cubrir su propia angustia, produce enormes daños que, a lo mejor no tendría si hubiera conseguido desarticular esa tortura de dos sujetos que se han unido en el horror y no en el amor, el deseo o el sexo.

Como ustedes saben, hay distintas combinaciones, hay una cuestión que incluso interroga lo que decimos de la sexualidad o de la sexuación femenina y masculina en el campo del psicoanálisis. ¿Qué se dice en el psicoanálisis en la enseñanza de Lacan? Se dice: lo femenino es hacer converger el amor y el deseo en una misma persona, eso es femenino. Y para el hombre es la divergencia o la separabilidad del objeto de amor del sexo – esto es un clásico que plasma bien la neurosis obsesiva en la cual siempre hay dualidad entre el amor y el sexo. No estamos pensando el amor en términos de sentido común, el amor comporta sofisticación. En particular, el enamoramiento funde las cosas, reúne todo, con frecuencia une el sexo, el deseo y el amor. No siempre. Escucho parejas que dicen: «Con él, nunca fue bueno el sexo y siempre pensé que esto iba a mejorar y al día de hoy y veinte años después nunca mejoró». Esto también ocurre.

También ocurre que hay buenos encuentros sexuales, pero desde el punto de vista amoroso hay una fragilidad. O sea, que con cada pareja uno podría hacer una jerarquía, esta pareja está unida centralmente ¿por qué?, por el amor; el sexo está, no descompensa a la pareja pero acompaña pobremente, puede ocurrir. El deseo, esto es, todo lo que tiene que ver con la forma de vivir, de dialogar, de más pleno. Pero en el tema de lo amoroso no saben si se quieren, expresan que son buenos amigos, establecen un intercambio intelectual como acompañamiento al desarrollo de uno de ellos, son buenos compañeros, no podrían vivir sin eso; y el sexo no está pero hay el esfuerzo por realizarlo. El esfuerzo de realizarlo se logra de muchas formas, cuando una persona no tiene el sexo como motor de su pareja, hace esfuerzos de realización; si mediante estos esfuerzos lo consiguen aceptablemente, se alivian que ya pasaron la prueba y hay que esperar los próximos quince días.

En el mundo de las parejas hay distintos tipo de combinaciones. Uno dice ¿cuál es buena y cuál es mala? Nuestra respuesta particular es, hay síntoma o no. ¿Qué quiere decir? Una pareja que está en equilibrio más allá de lo que nosotros podamos opinar sobre las intensidades en juego, no hace síntoma con eso y, en cambio otra pareja con menos desequilibrio hace de eso un síntoma. Cuando una pareja hace síntoma eso lo alojamos a veces como respuesta psicoanalítica a una pareja. Pero ustedes podrán decir, pero esto ¿se desequilibra al mismo tiempo en la pareja? No. Normalmente esto se desequilibra por uno, es muy difícil el coro. Con frecuencia, la vacilación viene de uno de ellos, ya sea por los movimientos de sustracción de uno o por el comienzo de un tratamiento del otro que cuestiona ese equilibrio. ¿Qué quiere decir esto conceptualmente? Quiere decir que las parejas no son una complementación natural, sino que se unen por síntomas, hay unos que combinan y otros que no.

Hay otro nivel de la cuestión, el otro nivel se llama goce. Cuando ustedes quieren trabajar el tema del goce en la pareja hay dos niveles. Para ello, primero, hay un Curso de Jacques Alain Miller El partenaire síntoma, en cuyo contenido encontrarán cómo se hace una pareja. Y, segundo, hay un seminario entero de Michel Foucault, Cómo vivir juntos, en el cual aborda los equilibrios de las comunidades hombre-mujer y biorrítmicas, es decir, con ritmos diferentes y cómo articulan esa combinación. Tercero, y fundamental para abordar la combinación de goce entre la pareja, hay un texto clásico de Georges Bataille, El erotismo, en cuya combinación puede apreciarse la gran articulación respecto a muchas cosas que pensamos en el psicoanálisis y comprometen la relación entre el hombre y la mujer.

Para George Bataille hay una relación entre erotismo y muerte, entre erotismo y crimen, entre erotismo y violación. A fin de definir el erotismo se alude a la ausencia de erotismo en los animales, antes bien, están inmersos en el instinto sexual y de reproducción. En lo humano, lo erótico es todo aquello que escapa a la función reproductiva, y se vincula con actividades del orden sexual que no tienen funcionalidad de ningún orden. El erotismo extrae cualquier función a la sexualidad; es decir, le quita pragmatismo, extrae lo que Jeremy Bentham llamó el utilitarismo, la eficacia y la funcionalidad. Así como también en el campo del arte Marcel Duchamp desarrolló el erotismo, entre muchos otros, al extirparle a los objetos su funcionalidad para darles otro estatuto. Hacer esto representa lo humano en el campo simbólico ¿Qué hace Marcel Duchamp? Coloca un inodoro y lo constituye como una mesita de luz, le quita la funcionalidad. En otro nivel, erotismo es darle función erótica a distintos lugares del cuerpo que se llaman zonas erógenas, no por fuerza zonas erógenas predeterminadas, sino zonas erotizadas por el deseo. O sea, el cuerpo erótico es un cuerpo constituido a partir de deseos, sexuales, es cierto, pero mediante el deseo sexual que interroga y hace una anatomía singular del cuerpo vinculada del todo a lo erótico sin ninguna función.

En este sentido, como ven, el erotismo se acerca mucho al fetichismo, en tanto, fetichizar un tobillo destaca eróticamente un dato del cuerpo, por lo cual son formas de erotizar zonas que remiten siempre a otra cosa. La función erótica descompone de una forma distinta lo que llamamos la anatomía del cuerpo. Podríamos decir que hay un plan erótico en cada uno de nosotros. ¿Cómo se arma el plan erótico? Se arma de diversas formas, se arma por supuesto en el ejercicio de la sexualidad, en el ejercicio que Freud inauguró en el desprejuicio y en la ruptura de las inhibiciones. Pero, ¿cómo se rompen las inhibiciones? Las inhibiciones se desgajan por un fuerte deseo erótico. Hay algo muy pragmático en esto, el erotismo interroga, despliega, se reproduce. Diría que, casi es el único lugar donde el goce es dialéctico, debido a que el goce es autoerótico siempre. No obstante, en el campo erótico es dialéctico. Nuestro cuerpo erótico está construido sobre el fondo de las marcas de las personas que erotizaron nuestro cuerpo en todos los términos. Cuando alguien ha padecido de un cuerpo sin erotizar en el sentido que vengo diciendo, puede ser por falta de un partenaire, falta de sensibilidad o por identificación al lado hombre que hace obstáculo a lo femenino. Un hombre centrado en sí mismo y en su placer, es un hombre que no es bueno para la sensibilidad femenina. Cuando quieran interrogar esto, hay un texto sobre la sexualidad femenina, Memorias de una cantante alemana, donde se desarrolla la femineidad de una mujer al límite de los límites. De ningún modo quiere decir que toda sexualidad se desarrolla de esa forma. Dado que en el libro se dicen las cosas de frente, produce un efecto casi pornográfico. Con todo, es un libro del erotismo femenino.

Por otra parte, el cuerpo del amor se acerca mucho al amor en términos de la imagen que vemos en nuestro espejo, armónico, amado como total con efectos del lado de la estética, etc. El cuerpo del erotismo es un cuerpo que no está del lado de la estética. Es más, podría decir, que a veces la estética hace obstáculo al erotismo del cuerpo. Si uno está fascinado con la estética, el cuerpo erótico encuentra un obstáculo para desarrollarse. Una mujer bella puede o no estar identificada a su belleza; pero si lo está, eso será un obstáculo para su erotismo y para el de su partenaire.

Esto se ve dramáticamente. Conocí una mujer que era una mujer espectacular. Vestida de negro, botas, rubia. El marido tenía un problema, pues ella no le atraía sexualmente. Él tenía una amante, una vieja horrible. Sus amigos le decían: cómo puedes con la mujerque tienes, cómo puedes estar con esa vieja horrible. Y —él decía—: «Con ella no me pasa nada, esta es para los amigos, para que me envidien; yo quiero estar con la vieja día y noche». ¿Cuál es el problema? Lacan dice: la mujer que es femenina no es esa con botas, una mujer muy fálica, una amazona, aquella que no se baja del caballo. Aunque puede serlo en su posición sexual (si se baja del caballo, por así decir). Conceptualmente la mujer femenina es la que se posiciona como objeto causa del deseo cuando es convocada por el deseo del hombre. En cambio, una mujer fálica cuando es convocada por el deseo de un hombre a ocupar el lugar de objeto causa, siente que eso es ser usada, maltratada, no ser respetada. Esa consistencia llamémosle, bella fálica, que hace obstáculo para alcanzar la posición femenina. Entonces, ser: o bien falicismo, en el sentido de lo que llamamos la amazona, o objeto causa del deseo.

La posición fálica encarnada en la mujer bella hace obstáculo a la feminización y es un símbolo femenino social. Antes bien, el ejercicio de lo femenino no tiene nada que ver con esto. Si ustedes leen el erotismo según George Bataille en cuyas páginas formula que consiste en entregar el ser propio al desfallecimiento que combine acerca de la muerte. Recuerden que Lacan en el Seminario de la angustia dice que en el límite del orgasmo está la angustia en juego, esto es, el desfallecimiento del ser y combina con algo de la muerte. El orgasmo masculino tiene algo de más trivial, sin importancia para el psicoanálisis, es de un empirismo banal. El orgasmo femenino sin consistencia, escapa y convoca a otra cosa. Por eso George Bataille llama al orgasmo y en particular al femenino, la pequeña muerte. Es decir, hay un límite entre el orgasmo, el desfallecimiento del ser, entrega, lugar del objeto, todo lo que hace obstáculo a esa entrega, lo hace también al erotismo.

Hay un librito que escribí, un seminario sobre por qué los hombres —en la historia de la humanidad y del pensamiento occidental desde Hipócrates pasando por los griegos y la mitología griega— maltrataron a las mujeres, esa es la teoría. Hay algo de lo femenino que amenaza al hombre, es la teoría central de ese libro. En mi libro menciono a Schopenhauer debido a que establece una teoría de que la pareja matrimonial tiene una sóla función que es mantener la especie. Y en esa pareja cada uno debe cumplir su función, todo lo que altere esa función está muy mal visto y condenado por él. Entonces dice cosas como esta: el hombre aspira al cambio, la mujer a la fidelidad; el amor del hombre decrece con la satisfacción y el de la mujer crece; la fidelidad es artificial en el hombre y natural en las mujeres, por esto el adulterio de la mujer es menos perdonable porque altera la función de la especie —Schopenhauer afirma— el aspecto de la mujer revela que no está destinada ni a los grandes trabajos de la inteligencia ni materiales, paga su deuda con la vida por el sufrimiento, el parto. También teniendo que obedecer al hombre, su vida puede transcurrir insignificante, aptas para educar porque permanecen pueriles, inútiles y limitadas en la inteligencia. Y remata con esto: la mujer es un perro en su esencia y hay que tratarla como tal, lo peor que hay de esto es la mujer europea, la dama europea, es lo que está más lejos de la perritud que debe encarnar la mujer para cumplir su función filogenética de sostener la especie; o sea, dice estas cosas: el hombre que se casa comete una imprudencia, salvo que haga un casamiento brillante. La poligamia de hecho existe en todas partes; hay que organizarla, es justo que al hombre se le obliga a cargar con diversas mujeres, se le obliga a cargar con diversas mujeres, por naturaleza la mujer está destinada a obedecer, necesita un amo; si es joven toma un amante, si es vieja un confesor.

Bueno una cosa más, hay una novela que les recomiendo, es una novela japonesa del siglo XI de una mujer Shikibu Murasaki, la mujeres en Japón no tenían acceso a la escritura, ella sí la tuvo. Escribió La novela de Genji cuyas páginas sonde una sensibilidad extrema para aquel que gusta de lo oriental. Lo oriental va de la mano del psicoanálisis, recuerden, porque va contra el sentido, va contra la explicación y va a favor de la meditación. Si ustedes quieren o precisan la meditación, en particular, la meditación zen es tomar una frase durante meses y darle vueltas y vueltas hasta quitarle todo el sentido; eso en psicoanálisis se llama fantasma fundamental. Al principio les mencioné las ascesis del sentido en el psicoanálisis y la experiencia de la meditación zen, esta novela toma esta posición del hombre y sus amantes. Los japoneses eran poligámicos en aquella época, ahora lo son de otra forma y cada hombre, príncipe Genji, con todos los ideales encarnados de belleza, capacidad y bondad, era un hombre que había alojado y sostenido en su palacio a cada una de sus amantes. Schopenhauer dice algo de esto, a su vez, para Lacan alguien como Schopenhauer podría encarnar el fantasma del don Juan, Schopenhauer describe algo de eso. Lacan dirá que no es un fantasma masculino es un fantasma femenino. El fantasma de que a la mujer le gusta sufrir es un fantasma masculino, cuando la mujer goza con el sufrimiento es un fantasma masculino. Lo que yo agrego allí, es que hay muchas histéricas que tienen amplia relación al sufrimiento, que engañan al otro que cree que es la mujer, y era la histérica; es decir, aquella que está más compenetrada con el sufrimiento.

Notas
* Psicoanalista, AME de la EOL (Escuela de la Orientación Lacaniana) y de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis). Fundador de la primera Escuela Lacaniana en la Argentina junto con Oscar Masotta. Encuentro con el Campo Freudiano en Caracas 1980. Fundador del Simposio del Campo Freudiano. Co-Fundador y primer Director de la EOL. Miembro del Consejo Estatutario y del Comité Científico del Instituto Clínico de Buenos Aires (ICBA). Miembro del Comité de Iniciativa del Instituto Oscar Masotta (IOM). Autor de múltiples artículos difundidos en diferentes medios, de diferentes lenguas, y de los libros: Colección Qué Será?, Clínica de las psicosis, Las mujeres, Ecos entre el psicoanálisis y la literatura.

Fecha: 27/05/2011
Modalidad: Presencial
Lugar: Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM

IV JORNADAS DE LA NEL-cf CDMX:
PRESENCIAS DEL ANALISTA TEXTO DE ORIENTACIÓN
EJE: Presencias… en la ciudad y la época

Un despertar

¿Cuál podría ser la incidencia política un poco más allá de esta presentación negativa?

Tal vez cierto efecto de despertar. Un despertar respecto de aquello de lo que en

definitiva se trata en los ideales sociales: del goce y de la distribución del plus-de-gozar.

 (Jacques-Alain Miler)

Desde hace tiempo los analistas hemos afrontado el desafío ético de hacer a un lado la rutina del consultorio y asumir una presencia en los dispositivos comprometidos con la salud mental en nuestras ciudades, así como en los debates públicos con el Otro social. En este aspecto, no cabe desconocer que, más allá de la vigencia del discurso del analista y sus consecuencias prácticas, en una perspectiva más amplia, se trata del consentimiento a la convocatoria de Lacan de alcanzar “una incidencia política donde el psicoanalista tendría su lugar si fuese capaz de ello”[1]. Por supuesto, para estar a la altura de la época, ello exige al deseo del analista el miramiento por los síntomas de la actualidad, los impases en lo social, y el aggiornamiento permanente respecto de los discursos emergentes que se imponen al compás de cada tiempo.

Ahora bien, ¿De qué presencia se trata?, ¿Cómo pensar esa presencia?

Más allá del analista causa del trabajo del sujeto supuesto saber, correspondiente a la dimensión transferencial del inconsciente, encontramos una clara orientación en el Capítulo X del Seminario 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Allí Lacan nos advierte sobre la presencia del analista, primordialmente, como una manifestación del inconsciente. Y es sólo desde ahí como tiene lugar su presencia real, más allá del par imaginario del a-a´, desidealizando, a su vez, la figura y la persona del analista, para reducir su función a la de un resto, “un resto fecundo” –en tanto una presencia muy particular que se pone en juego solamente en el arte de escuchar del analista. “El arte de escuchar casi equivale al del bien decir”[2].

Como vemos, ello no será ciertamente exclusivo de la experiencia analítica. Esta función estará activa en todos los vínculos donde se trata de la relación del sujeto con el saber y el goce. “Se trata en estos vínculos siempre de una relación transferencial encarnada en la persona que se supone agente de la acción, pero esa atribución de saber a la persona deja en realidad encubierta la relación del sujeto con el saber de su propio inconsciente, verdadero agente del vínculo”[3]. En la medida en que el analista con su acto recuerde la banalidad del sentido de las palabras, opere como el dedo elevado de San Juan tal como Lacan evoca en “La dirección de la cura”, señalando cómo somos hablados, que la referencia del lenguaje no existe, hará presente la perspectiva de lo real más allá de la realidad.

En este sentido, la ironía sirve muy bien a la posición del analista a la hora de perturbar los ideales sociales y revelar su naturaleza de semblantes respecto a un real que sería del goce. “Está más bien, como Sócrates, para hacer temblar, para hacer vacilar los ideales, a veces simplemente poniéndolos entre comillas, quebrando un poco los significantes-amo de la ciudad”[4]. Sin embargo, por otro lado, Lacan nos enseñó que los ideales son semblantes, arbitrarios, pero que esos semblantes son necesarios. La sociedad se sostiene gracias a sus semblantes, no hay sociedad sin identificaciones. Entonces si, por un lado, es cierto, el padre es un semblante, y, sí, se puede prescindir de él … sin embargo, no hay que olvidar que ¡a condición de saberlo utilizar!

Pensar la presencia del analista como la provocación de un despertar implica, necesariamente, sostener un deseo vivo. Seis años antes de su Seminario 11, en el texto La dirección de la cura y los principios de su poder, paradójicamente, Lacan dará al analista el lugar del muerto, dejando el yo a un lado para que pueda surgir el lugar del Otro para el sujeto, el inconsciente, su verdadera pareja, en el registro de lo simbólico. Es el lugar de la causa de la división del sujeto que Lacan formalizará más adelante con la función del objeto a, presencia irreductible.

Para finalizar, cabe mencionar el concepto de “acción lacaniana” que Jacques-Alain Miller ha propuesto para nombrar en el seno de la Asociación Mundial de Psicoanálisis la política de incidencia en los ámbitos políticos y sociales como el correlato del acto analítico en la sociedad. Si Lacan ha formulado que «No hay clínica del sujeto sin clínica de la civilización» es porque la topología del inconsciente lacaniano –allí donde el analista manifiesta su presencia- resulta, entre un afuera y un adentro, de una extimidad irreductible. ¿Cómo el deseo del analista pudiera, entonces, prescindir de la ciudad y la época?

 

[1] Miller, J.-A., El psicoanálisis, la ciudad y las comunidades.

[2] Lacan, J., El Seminario Libro 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Editorial Paidós, p. 129.

[3] Bassols, M., Presencia del analista, Cuadernos del INES Nro 14, Editorial Grama, p. 99.

[4] Miller, J.-A., El psicoanálisis, la ciudad y las comunidades.